Estos días he estado seleccionando los libros que me llevaré a mi nueva casa y los que aprovecharé la ocasión para liberar por ahí. En el rastreo me topé con «Perdona si te llamo amor» de Federico Moccia. El libro no es ninguna maravilla (es fácil de leer y no es aburrido, lo cual ya es bastante, pero poco más) pero el autor tal vez os suene por ser el culpable de que se popularizara entre las parejas de enamorados la costumbre de cerrar un candado en un puente y tirar la llave al río al escribir una situación parecida en su libro «Tengo ganas de ti».

El caso es que en la contraportada de «Perdona si te llamo amor» aparece lo siguiente (cito textualmente):

Su primera novela, A tres metros sobre el cielo, fue rechazada por todas las editoriales a las que la mandó, por lo que Moccia decidió publicarla por su cuenta, y tuvo un éxito tan clamoroso que pronto fue contratada por una gran editorial, que apostó por el autor y lo catapultó a la fama.

No sé que pensaréis vosotros, pero mi calenturienta mente que a veces tiende a seguir al pie de la letra aquello de «piensa mal y te quedarás corto» mientras leía esto hacía una traducción simultánea más o menos en los siguientes términos:

Cuando Moccia presentaba su primera novelas a las editoriales estas pensaban: sí, el joven no escribe mal, pero esto un negocio y no lo conoce ni Dios ¿como coño vamos a arriengar un sólo euro y apostar por él? Así que Moccia se dedicó a raspear a amigos y familiares hasta poder publicar por él mismo su novela y cuando empezó a tener éxito, las editoriales dijeron: ¡cojones! ¿vamos a dejar que este pavo se forre con su novela y nosotros no ver ni un puto euro. ¡A comprársela ahora mismo!

En fin, cosas del mercado y de «la industria de la cultura». Hay que joderse. Feliciades a Federico Moccia, en cualquier caso.