És possible que l’entrada d’avui em surti una mica reivindicativa, però en el fons avui vull parlar de teatre … ¡uups!, perdón, acabo de volver de Cataluña y todavía tengo el chip cambiado. Os decía que la entrada de hoy quizá me salga un poco reivindicativa, pero en el fondo hoy os quiero hablar de teatro. Mis compañeros de la Fundación Española de la Tartamudez en Barcelona estrenaron el pasado día 10 el montaje teatral «Vidas melódicas» en el Teatre Auditori de Granollers. Por este motivo salí el pasado viernes hacia Cataluña y acabo de volver hace apenas unas horas, muerto de cansancio pero muy feliz.

Cartel de "Vidas melódicas"

Ha sido bonito conocer Granollers, por cierto. Si pensáis visitar la provincia de Barcelona puede ser un buen lugar para situar vuestro campo base, está bien comunicado tanto al aeropuerto como al resto de la provincia y no es tan caro con la ciudad de Barcelona. Es acogedor, cuenta con un buen repertorio de tiendas, restaurantes, bares y sitios donde tomar alguna copa y, arquitectónicamente, está ampliamente salpicado del habitual modernismo catalán. Os dejo un par de fotos del ayuntamiento y de la Casa Clapès:

Ayuntamiento de Granollers Casa Clapès (Granollers)

Pero bueno, hablemos de la obra. La crítica de interpretaciones en directo siempre me ha resultado enormémente difícil. Por un lado soy un espectador exigente, muy crítico con la calidad artística. Por otro, en cambio, soy un público agradecido ya que como artista aficionado sé lo dificil que es subirse encima de un escenario. Armonizar ambas facetas es a veces trabajo de titanes y cuando además son mis amigos los que suben a escena, el trabajo se hace todavía más dificil … pero ¡vamos a ello!

«Vidas melódicas» está escrita por Bertus Comaño y con un montaje que mezcla el teatro «tradicional» con algunos toques de danza (de la mano de Tamara Coral), musical y producción audivisual persigue concienciar acerca de la problemática tartamudez. Tengo que decir que la obra me gustó. Principalmente porque no se trata de una obra de teatro con actores tartamudos. Se trata simplemente de una obra de teatro, sin coletillas que sirvan para justificar o compensar una mala calidad.

Tamara Coral

La historía cuenta la vida de Ramón Navarro un anciano tartamudo que recrimina a su nieto por su tartmudez, lo que desencadena la visita de «El espíritu de la tartamudez», que le obliga a recorrer un viaje por sus dolorosos recuerdos (las referencias a «Cuento de navidad» de Charles Dickens son evidentes) para que se arrepienta y corrija su actitud. En ese viaje, se denuncia el rechazo de la sociedad hacia las personas que tartamudean, pero, al mismo tiempo, las trabas que muchas de estas se autoimponen por no enfrentarse a sus miedos.

Bertus ha sabido utilizar una sencilla escenografía (el presupuesto, imagino, no daba para mucho) con enormes dosis de poesía para contar su historia. Usó la metáfora de tapar la boca de las personas que tartamudean, que no es original (es un recurso utilizado por la fundación desde hace tiempo) pero sigue expresando magistralmente el problema de la tartamudez. Me pereció genial como utilizó de sillas de oficina con ruedas para expresar burlas y rechazo. Y un detalle interesante es que todos aquellos personajes que le produjeron dolor en la vida de Ramón, estuvieran vestidos de payasos. He intentado averigüar que quería decir Bertus con esto y se me ocurre, aparte del constraste de utilizar un personaje que normalmente hace reír para expresar sufrimiento, también que los payasos no tienen cara, sólo un maquillaje a modo de máscara que los unifica a todos.

Tribunal de oposición

Burlas en clase

Las críticas que se repetían en el corrillo que hicimos después de la obra eran principalmente dos. Por un lado, que no mostraba lo suficiente la realidad crudeza de la tartamudez. Tal vez sea cierto, pero no comparto la crítica. Bertús hizo una obra poética y fue coherente con este planteamiento durante toda la historia y no olvidemos que se trataba de arte, no de un documental. Pero es cierto que parte del público no entendió algunas escenas. La otra crítica es que duraba de demasiado y en este sentido sí que puede que tengan algo de razón. Es tan compleja la próblemática de la tartamudez y Bertus quiso contar tantas cosas que tal vez se le fue algo el metraje.

La música corrió a cargo de Gonzalo Redondo. Gonzalo es un pianista excepcional y nos deleitó con su arte a cargo de toda la obra. Al igual que en un disco no todas las canciones son igual de buenas, algunos pasajes de la melodía fueron mejores que otros, pero nunca bajaron de aceptables y el algunos momentos rozaron lo excepcional. Gonzalo consiguió además algo que a veces echo de menos en otras bandas sonoras y es que la música esté supeditada a la historia. Especialmente en cine, a una productora le interesa que una banda sonora pueda editarse en disco y ponerla a la venta para rentabilizar más la inversión. Pero para mí eso no es lo importante, lo importante de buena banda sonora es que te transporte en la nube de sentimientos que la historia prentende contar y te olvides de lo que estás escuchando. Y eso en francamente dificil para el ego de todo compositor, que prentende que su música sobresaga por encima de todo. Pues bien, Gonzalo consigió eso tan dificil de olvidarte de escuchar y dedicarte a sentir.

En el aspecto interprétativo, hubo de todo, como era de esperar de un grupo de actores aficionados. Desde aquellos que necesitan todavía mucho aprendizaje en su actuación y su expresibidad a aquellos que parecían haber nacido en un teatro. Especialmente destacable la actuación de Luismi Mourareu que se comió con patatas una oda/monólogo en una escena a solas. Según él, era la primera vez que se subía a un escenario. Pues bien, o metía como un bellaco, o su vida ha sido un eterno espectáculo, porque si no no se explica que se moviera sobre las tablas como si fuera el salón de su casa.

Luismi Mourareu

Y me dejo para el final a la pareja protagonista, Xabi y Delia:

Xavi Tarragüel hacía el papel del abuelo Ramón. ¿Nunca habéis somatizado el sentimiento que os produce un personaje hacia el actor que lo interpreta? A mí me pasó con Juan Diego Botto, que lo odio desde que vi Historias del Kronen. Cuando me preguntan qué me parece como actor siempre digo lo mismo: «lo odio, así que imagino que es un grandísimo actor».

Pues bien, con Xavi me pasó algo parecido. Lo ví en en escena frío y totalmente inexpresivo. Xabi no tartamudea y tuve ocasión de verle ensayar el mismo personaje, pero sin tartamudear y realizaba una interpretación llena de matices. ¿Tanto le cuesta imitar la tartamudez que se olvida de todo lo demás? La cosa era mucho más compleja de mi primera impresión.

Uno de los inconvenientes de la tartamudez, es que te dificulta hacer llegar tu mensaje. Cuando los bloqueos son severos, no sólo es un problema de tardar más en decir las cosas, es que lo haces sin emotividad ni expresión. No sé si será entendido por las personas fluidas, pero hasta eso fue capaz de interpretar Xabi.

Actualización: Modifico este párrafo que me he visto que no te entiende bien.

Dejando de lado consideraciones sociales y de otro tipo, la tartamudez en si misma tiene el problema de que te impide hacer llegar tu mensaje. Cuando los bloqueos son intensos y especialmente si esos bloqueos vienen acompañados de espasmos, tensión muscular, guiños y demás, la expresividad se pierde. Al menos, se pierde la entonación y eso es importantísimo en el lenguaje hablado. No es sólo un problema de repeticiones o de tardar un poco más. La situación, además, suele generar tensión y no sólo en la persona que tartamudea sino también en quien escucha.

Xabi no tartamudea. Es normofludio, dicho en lenguaje técnico. Y tuve la oportunidad de verlo ensayar y al princio (mientras dearrollaba el personaje) lo hacía sin tartamudear, con una actuación llena de matices. Hubiera sido fácil para él hacer lo mismo simplemente repitiendo sílabas (¿quién de vosotros no ha imitado alguna vez a una persona que tartamudea?), pero Xabi no se quedo ahí. Su actuación me hizo sentir tensión, frialdad, anticipación … exactamente lo mismo que se siente hablando con una persona tartamuda, me hizo sentir mal y eso no sólo desmuestra que es un gran actor, sino todo el trabajo de concienciación que ha tenido que realizar. ¡Chapeau!

Fin de la actualicación

Xabi y Delia

Y finalmente «el espíritu de la tartamudez», genialmente interpretado por Delia Agúndez. Delia es una buena soprano (con gran buena técnica vocal) pero lo que realmente me fascinó fue su interpretación. Delia tiene una expresividad arrolladora y durante la obra se mostró coqueta, burlona, hastiada, enfadada, atrevida, dulce  … y era capaz de pasar de un estado a otro en apenas segundos.

Pero lo realmente excepcional es un detalle mucho más sutil. Todos sabéis que en teatro, aunque el ritmo de la acción lo lleven unos actores en un momento determinado, no por eso los demás dejas de seguir actuando. En el caso de Delia no fue una excepción, pero tiene tal capacidad de expresar cosas, aún sin decir una sóla palabra, que consiguía que aunque el foco de la acción estuviera en otros actores, el foco de de la atención seguía estando en ella.

Xabi Y Delia

Sí, lo habéis adivinado, me enamoré de ella, y aunque hay motivos más que envidentes para lo otro (y si no mirad las fotos) me refiero sólo artísticamente, que os conozco y sé que sois todos unos mal pensados. :tongue:

Por cierto, por si alguien lo dudaba, teatro lleno (700 personas) y al final de la obra todo público en pie.

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