Hoy, como bien nos recuerda Google en su doodle, se celebra el 126 aniversario del nacimiento de Clara Campoamor, insigne luchadora por los derechos de la mujeres; una lucha que, por mucho que nos quieran vender, ni es una lucha sólo de las mujeres ni sólo para las mujeres. Y como muestra un botón: el sufragio femenino se aprobó en España con el voto a favor de la mayoría de los hombres y el voto en contra de la mayoría de las mujeres.

Doodle sobre Clara Campoamor

Tranquilos que no voy a hacer aquí un alegato al género masculino. Es sólo un ejemplo (que más adelante desarrollaré) para ensalzar todavía más la labor de esta mujer que tuvo que luchar contra su sociedad, su partido y hasta contra mucha mujeres.

Pero empecemos por el principio. Clara nace en Madrid en 1888. Su padre muere cuando ella cuenta con apenas 10 años, por lo que tiene que dejar sus estudios y dedicarse a varios oficios para ayudar a la economía familiar, hasta que en 1920 puede volver de nuevo a estudiar. En 1923 consigue el título de Bachiller y en 1924 (en menos de dos años) se licencia en Derecho.

Clara CampoamorYa como abogada, trabaja en favor de los derechos de las mujeres y defiende, por ejemplo, dos casos de divorcio (muy célebres en aquella época): el de la escritora Concha Espina de su marido Ramón de la Serna y Cueto, y el de Josefina Blanco, de Valle-Inclán.

Políticamente, es firme defensora de la libertad. Demócrata, republicana y liberal, alterna entre distintos partidos, pero anteponiendo siempre sus ideales a los de su partido. Finalmente, en las filas del Partido Radical, obtiene un escaño como diputada en 1931, al proclamarse la Segunda República.

Ya como diputada, forma parte del comisión encargada de elaborar el proyecto de la Constitución de la nueva República y allí luchó para establecer (y consiguió) la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas nacidos dentro y fuera del matrimonio y el divorcio.

Y llegamos al tema del sufragio universal, donde se produce un acalorado debate entre posiciones antagónicas. A favor, el Partido Republicano Conservador y el resto de minorías de la derecha así como el Partido Socialista (aunque con un fuerte debate interno, donde algunos diputados rompen la disciplina de partido). En contra, el resto de la izquierda: el Partido Radical (el propio partido de Clara Campoamor), el Partido Republicano Radical-Socialista y Acción Republicana.

Tal vez pueda parecer contradictorio que la izquierda (salvo el Partido Socialista) se postulara en contra del sufragio de la mujer y la derecha a favor; pero tanto unos como otros se movían pon intereses partidistas. Victoria Kent, diputada del Partido Republicano Radical Socialista, también abogada (primera mujer en intervenir ante un consejo de guerra y consiguiendo además la absolución de su defendido) y destacada defensora de los derechos civiles y políticos (como Directora General de Prisiones se dedicó intensamente a la reforma de las cárceles españolas, bajo el criterio de que las sociedades están obligadas a recuperar al delincuente como persona activa y que las cárceles son el instrumento para ello) es, en cambio, la encargada de defender en el parlamente la postura en contra el sufragio femenino. Ella (como el resto de la izquierda) pensaba que la mujer española carecía en aquel momento de la suficiente preparación social y política como para votar responsablemente, por lo que, por influencia de la Iglesia, su voto sería conservador, lo que perjudicaría a los partidos de izquierdas. La derecha pensaba lo mismo y por eso votaba a favor.

Clara Campoamor

Clara Campoamor fue la encargada de dar la réplica a Victoria Kent, abogando por el derecho de la mujer y alentando al resto de diputados a no cometer «un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer».

Al final gracias a que el partido Socialista antepuso su ideario a sus intereses políticos y a diputados como Clara Campoamor (que votó en contra de su propio partido) el sufragio femenino fue aprobado por 161 votos contra 121. Y como digo en la introducción, por mayoría masculina:  160 hombres votaron a favor contra 119, mientras que de las 3 diputas que había en la cámara 2 votaron en contra.

La moraleja de esta historia (dicha hoy sobre el sufragio femenino, pero aplicable a cualquier colectivo) es que los derechos de la mujer han sido un logro de serie de singulares mujeres que no debemos ofender diciendo que fue una lucha de ‘las’ mujeres porque ni fueron todas (ya que no sólo tuvieron que pelear contra la sociedad del momento sino también frente a otras mujeres que se pusieron en contra) ni son todo mujeres porque supieron arrastrar a una serie de hombres que entienden que una sociedad que no discrimina es una sociedad más justa y eso, no es sólo bueno para ellas, es bueno para todos.